PARQUE DEL ZETA
Fotos: Pedro Taracena Gil
En el lugar conocido como Guisando, en el Tiemblo (Ávila), se pueden contemplar cuatro figuras de animales realizadas en granito que sorprenden, entre otras cosas, por su esquematismo, su belleza plástica y sus considerables dimensiones de más de un metro y medio de alto por cerca de tres metros de largo. Los rasgos de las figuras de Guisando, que datan de los siglos II o I antes de Cristo, coinciden con las de un conjunto de esculturas a las que se ha venido en denominar verracos. Pero, ¿qué función tenían? ¿una finalidad mágica y religiosa? ¿la representación de divinidades protectoras de ganado? No lo tenemos nada claro en pleno siglo XXI.
Los verracos son cuadrúpedos zoomorfos que tienen en común la representación del animal en pie, en posición estática y con las patas alineadas; también resulta general que estos animales pétreos carezcan de rasgos anatómicos, hasta hacer muy difícil el reconocimiento de la especie a la que pertenecen, aunque generalmente se trata de toros (por las oquedades que presentan en la cabeza para la inserción de cuernos), cerdos y jabalíes.
Los verracos son típicos del centro de la Península Ibérica, contándose más de 400 figuras distribuidas sobre todo en Extremadura, centro de Portugal y Castilla y León, aunque la mayor concentración de esculturas se corresponde con las provincias de Zamora, Salamanca y Ávila. En general, se tiende a afirmar que los verracos son exclusivos de nuestro territorio (tal vez lo sean en la medida en que se los vincule con los vettones), pero hay esculturas muy parecidas en la región polaca de Silesia y también en Armenia.
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