Robert Mapplethorpe
LA
MOVIDA MADRILEÑA
(Retrato de una época y
de una ciudad)
Pedro Taracena Gil
Se da en Madrid, ciudad que expresa las mil y una
formas de libertad, como consecuencia de su recién estrenada municipalidad democrática,
progresista, intelectual y de izquierdas. Ayuntamiento tolerante, osado e
imprudente, propiciador de toda expresión lúdica, cultural y artística;
rompiendo el paradigma de los años setenta; administrador de los restos de la
dictadura; generador del paso hacia la democracia. La Movida de los años 80,
fue una trasgresión hecha contra la estética y la cultura lúdicas; consideradas
hasta entonces inamovibles y políticamente correctas. Libre, espontánea,
popular y contagiosa. Ya nada era lo que parecía. Lo sucio, lo cutre, lo feo,
lo esperpéntico, lo desagradable… tomaba parte de un mismo lenguaje con
infinidad de formas de expresarse. La Movida nadie la pensó. Su final supuso un
suicidio colectivo, casi vegetativo. Sólo la ausencia de otra movida, permitió la supervivencia de sus protagonistas más
significativos. Algunos permanecieron hasta hoy, como notarios que dan fe de lo
que sucedió. De forma inconsciente, la Movida, quizás, fue la gran explosión de
rebeldía contra la noción de cultura establecida, heredada de movimiento nacional. No hay duda que se
constituyó como el primer hito lúdico, más que cultural, dentro del Madrid
democrático y sobre todo invadiendo todos los rincones de la noche. Exageraban
aquellos que llegaron a decir que fue: “la explosión de una generación creativa
de todas las artes”. Pero, sin embargo, se acercan más a la realidad quienes
opinaban que: “La Movida no era que los jóvenes se divertían después de la
muerta de Franco”. Es verdad que no fue
un movimiento intelectual ni político. Su principal impulso era la trasgresión
y esto les llevó a inventar la noche
madrileña. Y siempre de la mano de lo informal. La Movida tampoco representaba
una actitud bohemia de la vida. Más bien era una expresión de lo burgués. Una
clase media incipiente y aspirante a configurar la base social del futuro, que
deseaba huir de posiciones de estética conservadora. Una nueva forma de
relacionarse y de salir de marcha.
Lejos de ser una élite, se nutría de una base
social que sólo deseaba evadirse y pasar el fin de semana y las noches de la
capital; viviendo la nueva aventura de la libertad y la espontaneidad. Fue un
fenómeno que su lógica está en el binomio acción-reacción. Desaparece la
represión y la censura sobre toda manifestación y surge la movida, el destape y
la complicidad colectiva; dando rienda suelta a su creatividad. Sobre la
evaluación objetiva de sus valores culturales, estéticos o éticos, es difícil
pronunciarse. La ruptura con los valores estéticos impuestos por la dictadura,
fueron reemplazados por otros estilos no exentos de críticas. No obstante de
aquella movida, entre otros, han llegado hasta la actualidad, primera década del siglo XXI, el
cine de Almodóvar y dos creadores que han obtenido el Premio Nacional de
Fotografía, Ouka Leele y Alberto García-Alix. Fue un torbellino de
manifestaciones. Todas ellas tuvieron un
denominador común, la imagen y la estética; ruptura con todo lo que pudiera
recordar la represión, la imposición y la censura, es decir, identificación con
lo retro, lo carca, sin olvidarse de lo facha
o el ser estrechos. Manifestaciones
mostrando su desnudez en protesta contra cualquier aspecto. La sexualidad buscaba su natural lugar en
todos los modos de expresión. Formas de
vestirse, marcando lo exagerado y cromático. Se tomaban las calles, plazas y
terrazas y todo tipo de local alternativo
para llevar a cabo la exhibición más contestataria. La Movida se abría camino a
través de la música. Canta-autores, solistas y conjuntos, donde las letras de
las canciones, iban marcando en qué consistía aquella forma nueva de expresarse
y divertirse. Aunque no se puede considerar como un movimiento propiamente
intelectual, algunos poetas, creadores, estilistas, periodistas y escritores, se
sumaron al ambiente, aportando su originalidad y en no pocas ocasiones su
provocación y excentricidades. La fotografía irrumpió de forma estridente,
provocativa y al límite de la estética y la cutrez.
También los artistas de la imagen plasmaron el trasformismo como expresión de libertad y de trasgresión. Donde la
creatividad era cómplice de la espontaneidad y la frescura. Lo especial ya no
era lo establecido o académico, sino aquello que de forma genuina se creaba en
las gélidas o bochornosas noches de Madrid
con las tendencias de
libertad. La Movida, también, fue capaz
de integrar el nuevo cine disparatado, aunque realista y poco ortodoxo. Se sacralizaba la frivolidad
y el optimismo. El atrevimiento superaba la raya de lo admitido, pero la
tolerancia era cómplice de todo lo alternativo, donde la decadencia era
maravillosa y casi todo era válido… La Movida madrileña escapó a cualquier
escala de valores que la atrapara en prejuicios que pretendía abolir. Como
expresión de libertad, la sensualidad y sexualidad, se manifestaron en todas
sus formas sin pretensiones concebidas a priori. Fue una explosión de libre
expresión sobre todo lúdica, que tampoco pretendía implantar un nuevo orden al
margen de los cauces de la evolución de la Transición. No tuvo tintes políticos.
La Movida fue la consecuencia de salir de
marcha. El fin de semana y en no pocas ocasiones durante el resto de los
días, era el tiempo donde lo lúdico tenía una nueva oportunidad de vivir la
libertad. Y los lugares de encuentro se convertían en templo de diversión,
donde cada cual era cada noche más… No se sabe exactamente, si libre,
trasgresor, artista o algo que nunca había llegado a conseguir ser. La Movida era una proposición de sentirse
libre como jamás lo habíamos sido. Escapa a cualquier consideración sobre los
objetivos que consiguió, y si alguna vez se planteó alguna meta. Es vedad que
se movía impulsada por su propia fuerza centrípeta. En
ese girar estrepitoso y extravagante, se dejó acompañar de la droga, el alcohol
y de hábitos estimulantes de diversa índole. Cada cual voló a sus propios
paraísos perdidos y tierras prometidas… Cada cual vivió su propia movida. De otro modo no hubiera sido una
movida lúdica. La Movida se consumió cada noche y se
agotaba con ella, pero no la esperanza del día siguiente. Y como toda
experiencia en libertad, cada cual hizo su propio balance. No sería sensato que alguien se le ocurriera
encorsetarla en un análisis crítico para sacar no se sabe qué conclusiones. La
Movida fue hija de la libertad y de la tolerancia, nacida en una ciudad ávida
de alegría. Y tuvo que inventarla. Unos llegaron a donde iban y otros todavía
no han encontrado el camino…
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