Descubro lumbre en tus pupilas.
Cristales
sin dobleces ni costuras.
Surges desde el polvo de la multitud
e intento desgarrar toda barrera
para troquelarte la piel
con labios sedientos.
Nos separa dimensión sin cifras.
Millones de años.
La luz que carcome la sal
hasta vencer su cuesta.
Derrame de los sueños.
Oleaginoso derrame.
El infinitesimal parpadeo
que descorteza la paz romana
antes nuble la vida con la muerte.
Empaque fiero de vetustas hambres.
Quizás late aún inocencia
bajo el arco de tus cejas.
Ojos delineantes.
Timidez que afronta la andanada
de mis deseos barrocos.
Florituras de ecos
donde inhumaría soledad.
Fosa o pantano
para vivir los infiernos.
No sé cómo congelarte el paso.
Sumergirme en el lecho de tu ombligo.
Esbozando los signos que pugnen por rasgar
la telaraña de su oscuro universo.
Brotando cae lava
desde tus ojos como volcanes.
Luego carena
en la comisura de mi boca.
Una mueca
que urge sostener
pizca de tu luz, colirio, cataplasma.
¿Quién sabe...?
Puertas adentro
y aún confiada palpita la utopía.
© Eduardo Vladímir Fernández Fdez., 2015-19
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